No hay nada más desesperante que una página en blanco, pero he descubierto que existe también la desesperación de una página en blanco, no ya al escribir, sino al leer.
Pararse un minuto para comenzar una lectura, requiere también de cierta predisposición, de cierto ambiente para que una lectura sea correcta, para que no se convierta en un continuo pasar de hojas, repaso visual de párrafos y apuntes de palabras o expresiones desconocidas, graciosas, chocantes, ingeniosas...
Al faltar estas condiciones, se produce una lectura en blanco, una lectura de la que no se ha extraído nada, excepto una pérdida terrible de tiempo. Se ven las páginas como si en ellas sólo se hubiera conocido otro vacío similar al de la pérdida de la inspiración para continuar escribiendo o creando, como si tampoco se tuviera la concentración para capturar de las páginas leídas lo que contienen y las pendientes de leer produjeran sólo un fuerte vértigo en perspectiva.
Hasta en mis malas lecturas, esto es, hasta en los libros que he leído y que he considerado como malos, siempre he venido sacando una clara lección en alguna dirección, pero a veces, hasta en estos, no hallo nada que pudiera servirme para dar por válido el esfuerzo de una pausada y calma "lectura hasta el final". Es como si al igual que a la imaginación para escribir, a veces, los ojos estuvieran también secos.
3 comentarios:
Que buena reflexión.
Sentarse a leer, coger el libro, preparar la mente para lo que va a recibir, asegurarse la luz adecuada, ... son rituales automáticos y necesarios para que la página en blanco de nuestra mente, comience a llenarse de historias ...
Leo tumbado, con un lápiz en una mano, la otra sujeta un libro, cualquiera... mi luz ha de estar baja, debe dar sobre las páginas abiertas, para que pueda leerlas brillar. Si hay quien quiera leer conmigo, mi propio libro, leo en voz alta, entonando, sin llegar a la teatralidad ni a la exageración, lo que me permite a vecees entonar mejor mis propios escritos, pausarlos mejor. Voy leyendo lento, hago las pausas correspondientes tanto si leo en voz alta, para mí y para el toro, como si leo en silencio... Ha de haber silencio también. Otros lugares en donde leo a veces, es en terrazas o cafés con estilo bohemio, o temáticos, en donde la música me hace perderme para centrarme más. Ahí se me van las horas, pero amortizo el café con leche... Si lo que estoy leyendo me provoca reflexión, levanta la cabeza, me llevo el lápiz a la comisura del labio y lo golpeó suavemente, como si hiciera venir las palabras que completaran la imagen de la refelxión sugerida. Me gusta ese aire de oscuridad insalubre en esos locales, con sillas viejas que chirrían a veces o sillones muelles, en donde se adormecen las piernas... Al lado una libreta donde dibujo siempre un pueblo... Apunto una palabra, una expresión y un garabateo de firmas que las constriñen al cabo de la lectura... Gracias por tu comentario... Un abrazo!
para mi no hay nada peor que un libro que no invita a la lectura, es facil por tanto abandonarse a descubrir nuevos relatos más tentadores y llenos de algo que contar
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