Mis primeros recuerdos de infancia parecen ser muy tempranos y sólo a veces vienen a mi memoria en forma nebulosa, en imágenes difusas, difuminadas, como disueltas por el agua constante en el curso del recuerdo, móviles e intermitentes, como a golpes de fragmentos inconexos.
Recuerdo un primer día de colegio, una bata a cuadros azules y blancos, unos lápices de colores, un llanto de otro contagiado.
Recuerdo un reloj de pulsera infantil, y un mirar la esfera buscando leer una hora.
Recuerdo extender los dedos de una pequeña mano, la mía, un gesto enseñado por mis padres, para dar a entender mi edad.(4)
Recuerdo recintos cerrados, patios interiores repletos de vegetación, rosas y geranios, plantas diversas y desconocidas aún hoy para mí.
Recuerdo una cesta enorme en donde se secaban caracoles.
Recuerdo macetas en donde esperaba ver crecer patatas robadas a la despensa de mi madre.
Recuerdo amigos, me veo correr rápido cuesta arriba y cuesta abajo, recuerdo un triciclo azul en donde nos montábamos.
Recuerdo enormes bocadillos de mantequilla azucarada a la hora de la merienda, o de tomate o de Nocilla... Recuerdo cerezas robadas.
Recuerdo ramas de carrascas, grupos bulliciosos de niños cortándolas, hogueras de San Juan, noches iluminadas y fascinadores fuegos que calentaban noches frías de mis primeros veranos.
Recuerdo el cine al aire libre, los helados, sus precios, las rifas que nunca premiaban a nadie.
Recuerdo chicles y golosinas en las catequesis por cada pecado aprendido, tan pequeño...
Recuerdo cementerio, recuerdo hielos y nevadas, recuerdo calles y torre de la iglesia al lado del club, recuerdo fuente y fragua, lavaderos, eras misteriosas de árboles espesos con ramas de formas misteriosas y un incendio.
Recuerdo barcos de juncos y cortezas de pino, recuerdo laderas de montes por donde nos tirábamos a rodar.
Recuerdo escuela y profesora, Águeda Juan Juan, recuerdo su autobús y su cariño, y mi pequeño cariño por ella, esperándola en la parada de autobuses para acompañarla hasta el aulario.
Recuerdo un himno viejo cada mañana, fotos de escuela con hermanos, columpios.
Recuerdo una base aérea cercana, un mundo grande.
Recuerdo a veces miedo, pero sobretodo recuerdo la alegría hasta cumplir los siete...
1 comentario:
Pero que encantador que eres, tu escritura intimista que hace revivir sentimientos que los avatares cotidianos nos aletargan, hasta que llegas tú con tus letricas y me los despiertas. Mi primer lugar de juegos, mi primer colegio, mi primera profe...Gracias Carlos.
Publicar un comentario